Oliver Twist

Oliver Twist es una de las novelas más célebres de Charles Dickens, y aunque retrata la Inglaterra victoriana con crudeza, también ofrece enseñanzas que pueden leerse hoy como lecciones de vida. La historia sigue a Oliver, un niño huérfano que crece en la miseria, enfrentando abusos, hambre y marginación, pero que nunca pierde su bondad ni su inocencia.

Desde una perspectiva de autoayuda, Oliver representa la capacidad del ser humano de no dejarse corromper por el entorno. En medio de la delincuencia y la explotación, él conserva una pureza interior que le permite atraer personas buenas a su vida y finalmente encontrar un lugar seguro. Esto nos recuerda que, aunque no podemos elegir dónde nacemos o las circunstancias que nos rodean, sí podemos elegir la actitud con la que enfrentamos la adversidad.

Cada personaje es un espejo de las decisiones que uno puede tomar: Fagin, que se aprovecha de la necesidad de otros; Bill Sikes, que encarna la violencia y la autodestrucción; y Nancy, quien, pese a vivir atrapada en un ambiente tóxico, busca redimirse con un acto de valentía. Todos ellos nos muestran que el destino no está marcado por el pasado, sino por la capacidad de tomar decisiones conscientes, incluso en los peores escenarios.

En un mundo actual donde muchas personas sienten que las circunstancias los limitan, Oliver Twist nos inspira a no renunciar a la esperanza, a mantenernos fieles a lo que somos y a recordar que la bondad atrae bondad. El mensaje esencial es que la resiliencia, la integridad y la capacidad de confiar en que existe un camino mejor son claves para superar la adversidad.