«Lisandro nos devolvió a una normalidad. Era el jugador hecho a medida de esa misión, el ejercicio de un liderazgo cultural, para establecer el statu quo con sus conferencias de prensa que podrían ser prototitpo de charlas TED. Sin el physique du rôle de un star de las ligas europeas, Lisandro volvió desde lejos sin brazos tatuados, sin botines de colores, sin raros peinados nuevos, sin cera para moldear el cabello, sin gel. Lisandro prefiere rasurarse la cabeza.»