¿Pueden las IA simular emociones humanas hasta el punto de engañar nuestra percepción? En apenas unos años, los sistemas conversacionales impulsados por inteligencia artificial han pasado de ser asistentes funcionales a convertirse en figuras que muchos perciben como compañeros, confidentes o incluso sustitutos afectivos. Esta transformación no se produjo por accidente, sino por diseño: los modelos actuales están entrenados para interpretar estados emocionales, adaptar su estilo y construir una relación aparente de cercanía. Lo inquietante no es solo la sofisticación técnica, sino las consecuencias psíquicas y sociales de atribuir humanidad a lo que no la tiene. Este Informe USERS explora los riesgos concretos que emergen cuando esa ilusión de conciencia deja de ser una curiosidad técnica y se convierte en un factor que modela nuestras emociones, decisiones... y vulnerabilidades.