Esta profecía del sabio hombre de Dios Daniel se ha enseñado en todas las escuelas de teología reconociéndolas como una repetición de la profecía analizada en el capítulo 2 del libro de Daniel, sobre la visión de la estatua que soñó el rey Nabucodonosor; sin embargo no es la misma. El Espíritu Santo no iba a dejar en blanco la época histórica y moderna que precedería al Final de los tiempos; ni Daniel fue turbado durante aquella visión anterior, pero sí con esta. Estaba observando una época rara para él en aquel entonces: de cohetes, aviones, trenes, submarinos; es decir, nuestra época desde la revolución industrial.
Es por tanto la historia que estamos viviendo y que pronto desencadenará el resurgimiento del último Imperio Mundial.