Difusor del culto al Nombre de Jesús, gran devoto de la Santísima Virgen y de San José, famoso predicador popular; San Bernardino de Siena alcanzó tal fama de santidad en vida y su intercesión obró tantos milagros luego de su muerte, que mereció la honra de los altares apenas seis años después de su tránsito.
Bernardino llevó a la conversión a las bienaventuranzas evangélicas a miles de fieles, a la vez que ponía la paz en familias y ciudades en nombre de Jesús Salvador. Él nos da ejemplo de fidelidad a la verdad y adhesión a la Palabra revelada, para que quien escuche se vaya contento e iluminado, y no confuso.
Juan Pablo II, en agosto de 1980, tomando las palabras de San Bernardino dijo: “Pongan el Nombre de Jesús en sus casas, en sus habitaciones, ténganlo siempre en el corazón”.