Un recorrido emocional por los rincones del amor, el deseo, la pérdida y la memoria.
Cada verso es un reflejo de ella —de Alejandra, sí—
pero también de todos aquellos amores que nos marcaron, nos rompieron o nos enseñaron a escribir desde la herida.
Francisco Medina nos entrega un poemario tan honesto como bello,
donde la figura femenina se convierte en símbolo, en paisaje, en universo.
Alejandra tiene rostro, y tiene alma.
No tiene forma fija, pero sí un nombre que resuena como un latido.
Este libro es para quienes han amado sin certezas,
para quienes han callado lo que merecía ser escrito,
y para quienes saben que la poesía, a veces,
es la única manera de sobrevivir a ciertos nombres.
26 años vivo, que desdén, que fuerte el amor, el sufrir y el dar.
Cuanto aprendimos.
Psicólogo poeta y escritor.