G.K. Chesterton es un autor difícil de clasificar. Novelista, periodista, ensayista y, por encima de todo, agitador de conciencias, fue capaz de dejar su impronta en todo lo que llevó a cabo. Conservador –por su reivindicación del orden y las tradiciones−, católico –en la medida en que solo el catolicismo parecía ofrecerle las respuestas que él necesitaba− y socialista utópico –pocos como él se implicaron en la búsqueda de una sociedad donde la riqueza estuviera bien distribuida−, Chesterton es una rara avis de la literatura. Algunos de sus libros (El candor del Padre Brown, El hombre que fue jueves o El hombre eterno) han pasado a la historia entre los mejores en géneros tan dispares como la novela policíaca, la intriga filosófica o el ensayo histórico.