Bethany Brawn hereda de su familia un artilugio que le permite viajar en el tiempo y continuar con el negocio familiar del comercio de antigüedades. Cuando recibe el encargo de un coleccionista que le propone conseguir un texto inédito de Orgullo y Prejuicio de puño y letra de la misma Jane Austen, a Bethany se la llevan los demonios.
La Regencia es una época que encuentra insulsa. Además ella prefiere el excéntrico siglo XX. Sin embargo, su padre se empeña en que le irá bien para desconectar y curar las heridas de su reciente ruptura sentimental. El enclave elegido para su misión no es otro que la mansión Pemberley. El anfitrión, el joven y prepotente señor Darcy, amigo y protector de la señorita Austen.
El choque de cultura y caracteres de Bethany Brawn y Fiztwilliam Darcy no será nada comparado con los enredos y las alocadas peripecias que la familia de ambos provocaran, y con las que deberán lidiar si desean salir airosos de unos sentimientos que no pueden controlar. Aunque el amor y los viajes en el tiempo sean imprevisibles tanto para el pasado como para el futuro.
Ivette Chardis descubrió desde muy pequeña que, aparte de leer, lo que más le gustaba era escribir. La llenaba de paz y la envolvía de una esperanza alentadora. Enseguida advirtió que el pasado la intrigaba, era esa parte oscura que se escondía a los ojos de los demás lo que más le atraía, y por eso decidió estudiar historia. Nunca dejó de escribir, se presentó a algún concurso que otro de relatos y llegó a ser mención de honor. Escribió artículos para blogs y portales de Internet, colaboró en radio y en televisión, hasta dio clases de escritura creativa. Pero otra trama más importante la mantuvo ocupada, su propia vida. El amor la alcanzó muy joven, enseguida adivinó que estaba ante su príncipe y no dejó pasar su oportunidad. Las circunstancias, la familia, la alejaron cada vez más de su pasión: contar historias. Hasta que un día su hija le preguntó: «¿Mamá por qué no escribes una novela?». Y se dio cuenta de que había llegado el momento.