El objetivo de esta reflexión consiste primeramente en plantear Cuando las limitaciones nos acercan: Claves para la plenitud en la diversidad, en clave de espiritualidad abierta y dialogante como un reto, quizá el más incipiente de la civilización actual, como una baliza para la edificación de una humanidad más justa, sana, diversa, pacifista e incluyente, y también difundirla como una tarea pendiente para cada institución sociopolítica y religiosa que busque ser creíble y tener una relevancia histórica en el mundo actual.
Este libro señala la importancia y la necesidad del diálogo entre las espiritualidades como una de las soluciones para alcanzar y mantener una convivencia serena y benéfica. Antes bien, tendremos que concebir cada espiritualidad como camino abierto, capaz de impulsarnos críticamente hacia otros caminos como son: los saberes cibernéticos, la diversidad cultural, la vida de los pueblos, la inculturación, la interculturalidad, la internalización, interconfesionalidad, etcétera.
La espiritualidad, que trata este libro, da sentido, vitalidad y unidad a todo lo que hace la persona, da forma y color a cada aspecto de la vida humana. De manera general, funge al desarrollo de la personalidad como modalidad en relación. Traduce pertinentemente lo que el Espíritu es capaz de hacer para el ser humano: llevarle hacia la madurez plena, que se alcanza en la apertura gozosa a la diversidad de expresión de lo real, al descubrimiento y apropiación de sentidos profundos. Por consiguiente, cada persona necesita una espiritualidad para poder actuar con sentido, es decir, ser capaz de responder adecuada y versátilmente a las diversas situaciones existenciales.
Este modo de vivir en relación y de situarse en la historia busca, en primer lugar, la integridad y la realización plena del ser humano, que se han de lograr mediante un proceso autorrealizador, el cual, de por sí, supone la labor de autoconocimiento -encuentro con su propio yo, una autopsia espiritual e intelectual-. Sólo así se hace posible la humanización de las experiencias fundantes o fundamentales.
Una espiritualidad digna y auténtica será la que se fundamenta en los siguientes principios, que no son exhaustivos: relaciones intersubjetivas constructivas; búsqueda de unidad, armonía y comunión de vida; respeto y amor hacia la creación entera; libertad, entendida como conversión hacia la madurez humana; fuerza de voluntad y búsqueda del bien común a favor de la vida de todo lo creado; será también y sobre todo, un acercamiento hacia la Trascendencia desde la realidad humana iluminada por la fe y la razón (no sólo la razón instrumental, sino también la simbólica). Sólo una espiritualidad que presente estos marcos indicativos puede sostener la utopía de la hermandad universal.
Así pues, no podemos pensar la espiritualidad en los márgenes de la vida, a la vez amenazada y celebrada, y de la creación puesta en nuestras manos tan manifestados en el misterio del Dios trinitariamente uno (paradigma de comunión de vida) y del sujeto histórico en relación. No verlo así, nos remitiría a concebir la espiritualidad como algo casual y refutable. Insistimos que la espiritualidad abierta y dialogante es la concreción de la vida como misterio.
JEAN MARTIN MVOGO ONANA es un destacado profesor de lenguas y culturas con 20 años de trayectoria en la enseñanza. Doctor en didáctica de las lenguas y culturas, su legado académico se refleja en más de 11 publicaciones, fruto de una rigurosa labor investigativa. Como escritor y experto en pedagogía, ha dedicado su carrera a la innovación educativa, desarrollando métodos de aprendizaje que promueven la comprensión profunda y el respeto intercultural, reafirmando su compromiso con la formación integral y la excelencia académica.