La Piedra Lunar

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«Collins es un escritor gigante, atendiendo a la compleja definición de John Gardner en Para ser novelista: es un conocedor profundo del alma humana, sabe lo bastante del mundo como para hablar de él con autoridad, está preocupado por menudencias que sabe mostrarnos, no practica la demagogia ni el moralismo (aunque algunos de sus personajes son moralistas y demagogos), es quisquilloso, tiene personalidad, jamás arroja sobre nada una mirada convencional y, en definitiva, pone ese sinfín de recursos al servicio de lo que tiene entre manos.» Care Santos, La tormenta en un vaso.

El día de su 19o cumpleaños, Rachel Verinder recibe de su difunto tío, el coronel Herncastle, un dudoso héroe de las campañas militares del imperio Británico en la India, un esplendoroso legado: un diamante enorme, cuyo brillo crece o mengua en consonancia con las fases lunares, y valorado en 30.000 libras. Lo que no sabe Rachel es que esta valiosa joya es producto de un robo sacrílego y que acarrea una maldición. La misma noche en que la recibe tiene ocasión de comprobar que se trata en realidad de un regalo envenenado: el diamante desaparece y siembra la confusión, la desconfianza, la codicia y la muerte en una familia hasta entonces bien avenida.

Admirada por T. S. Eliot, Borges o P. D. James, entre tantos otros, La Piedra Lunar (1868) no sólo goza de un lugar de honor en la tradición de la novela detectivesca, sino que es una fantasía más bien cáustica sobre los hechos y consecuencias del colonialismo. En ella tanto el «botín de guerra» como el opio tienen un papel decisivo en el desarrollo de su enrevesada ?si bien implacable? trama.

Wilkie Collins escribió un clásico ?que hoy presentamos en una nueva traducción de Catalina Martínez Muñoz? donde la pasión de la experiencia y el desafío a lo creíble se oponen a los estragos de la mentalidad utilitaria. Ésta no es una novela para personas que tienen «la misma imaginación que una vaca».

Calificaciones y opiniones

2.3
3 opiniones
Esau Velazquez
14 de junio de 2016
En lo personal se me hicieron un poco lentos y tediosos ciertos capítulos, por lo demás se avanza rápido en la lectura, de los primeros libros(si no el primero) del genero policíaco, por lo cual su escritura es muy discreta y conservadora pero inteligente. Para el que quiera conocer los orígenes de este genero literario. Saludos!
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sinfónico.
2 de junio de 2021
Es orrible no se las recomiendo
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Acerca del autor

Wilkie Collins, hijo del paisajista William Collins, nació en Londres en 1824. Fue aprendiz en una compañía de comercio de té, estudió Derecho, hizo sus pinitos como pintor y actor, y antes de conocer a Charles Dickens en 1851, había publicado ya una biografía de su padre, Memoirs of the Life of William Collins, Esq., R. A. (1848), una novela histórica, Antonina (1850), y un libro de viajes, Rambles Beyond Railways (1851). Pero el encuentro con Dickens fue decisivo para la trayectoria literaria de ambos. Basil (ALBA CLÁSICA núm. VI; ALBA MÍNUS núm.) inició en 1852 una serie de novelas «sensacionales», llenas de misterio y violencia pero siempre dentro de un entorno de clase media, que, con su técnica brillante y su compleja estructura, sentaron las bases del moderno relato detectivesco y obtuvieron en seguida una gran repercusión: La dama de blanco (1860), Armadale (1862) o La Piedra Lunar (1868) fueron tan aplaudidas como imitadas. Sin nombre (1862; ALBA CLÁSICA núm. XVII; ALBA CLÁSICA MAIOR núm. XI) y Marido y mujer (1870; ALBA CLÁSICA MAIOR núm. XVI; ALBA MÍNUS núm.), también de este período, están escritas sin embargo con otras pautas, y sus heroínas son mujeres dramáticamente condicionadas por una arbitraria, aunque real, situación legal. En la década de 1870, Collins ensayó temas y formas nuevos: La pobre señorita Finch (1871-1872; ALBA CLÁSICA núm. XXVI; ALBA MÍNUS núm 5.) es un buen ejemplo de esta época. El novelista murió en Londres en 1889, después de una larga carrera de éxitos.

Catalina Martínez Muñoz ha desarrollado una amplia actividad en el campo de la traducción literaria, en equilibrio entre la tradición y la modernidad. A lo largo de su vida profesional ha traducido más de 200 títulos de autores de diversas épocas y géneros, con especial dedicación a los clásicos británicos y estadounidenses del siglo XIX y primer período del siglo XX como Thomas Hardy, Robert Louis Stevenson, Wilkie Collins, Rudyard Kipling, Joseph Conrad, Oscar Wilde, H. G. Wells D.H. Lawrence, Mark Twain o Henry James; grandes autoras clásicas como Virginia Woolf, Edith Wharton, Willa Cather o Doris Lessing, y contemporáneas como Anita Brookner y Rachel Cusk. En el campo de la novela negra, ha traducido a Elmore Leonard, David Peace y Eoin Mcnamee. En el apartado de no ficción sus trabajos incluyen ensayos de ciencias políticas y sociales, psicoanálisis, crítica literaria y catálogos de exposiciones.

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