La esposa

Charlotte Wilcox, hija de un baronet sin fortuna, se siente feliz en su hogar y no le preocupa el hecho de que, a sus veintitrés años, aún permanezca soltera. Pero su familia no opina de igual modo y la presiona para que encuentre un marido que la mantenga.

Con ese fin viaja a Bath y se pone en manos de su tía Margaret, que se encargará de instruirla para que consiga una adecuada oferta de matrimonio.

A Charlotte le resultan absurdas las estrictas normas por las que se rige la sociedad aristocrática, y se teme que nunca conseguirá convertirse en la esposa perfecta que su tía pretende y que todo caballero ansía.

En el primer baile al que asiste conoce a Edward Holne, vizconde de Eversley, y la atracción entre ellos es tan intensa que olvida todos los preceptos que su tía le ha enseñado, aunque con ello ponga en peligro su reputación.

El rescate de la vizcondesa

Han transcurrido seis meses desde la boda con Edward y Charlotte, que espera ilusionada la llegada de su primer hijo, se considera la mujer más feliz de la Tierra. Pero esa felicidad se trunca cuando acompaña a su marido a Londres, donde se verá envuelta en una peligrosa aventura que pondrá en riesgo su vida.

Cuando Edward descubre que Charlotte ha desaparecido, comienza de inmediato su búsqueda. Las pesquisas le revelan que ha sido secuestrada y vendida a un traficante de esclavos, que la ha embarcado rumbo a las colonias del Pacífico. Decidido a cruzar varios océanos si es necesario, recurre al capitán Hobart, osado contrabandista, en cuyo barco emprenden una persecución desesperada; porque Edward no piensa detenerse ante nada para rescatar a su esposa.