Según Nussbaum, para vencer la intolerancia se necesita la aplicación constante y coherente de unos principios universales de respeto a la conciencia. Por otra parte, nos exhorta a que aceptemos la libertad religiosa para todos, y a que concedamos a otras personas aquello que exigimos para nosotros mismos. Nos anima a ampliar nuestra capacidad de empatía mediante el cultivo de nuestra curiosidad; la búsqueda de amistades que trasciendan las líneas de separación religiosa y la aplicación de una ética sistemática de la dignidad y la civismo. Con esta actitud de respeto y comprensión, sostiene Nussbaum, podemos superar la política del miedo y apuntar hacia un futuro más abierto e incluyente.