El Bocha comparte grandes historias. Las epopeyas, las patriadas, por supuesto que sí, pero también las desventuras. Cuenta todo sobre los técnicos a los que admiró y, también, sobre aquellos con los que se enojó. Revive, sin dobles discursos, sus alegrías y desencuentros con la selección nacional. Juega a confeccionar equipos con los mejores de sus compañeros en Independiente y los más destacados futbolistas que lo enfrentaron. Le permite al hincha entrar en un mundo privilegiado: ponerse en la piel del ídolo, mirar con sus ojos, gambetear como él. Volver al paraíso, una vez y otra vez.
A ese relato, futbolero y magnético, se le suma un centenar de fotos documentales y de colección. Y la contribución de una decena de especialistas, familiares, ex compañeros y técnicos que dicen, en este caso, lo que a Ricardo Bochini no le gusta decir, pero nadie puede negar: que fue un grande como pocos. Como bien apunta Eduardo Sacheri en su extraordinario texto para Yo, el Bocha:
¿Le parece demasiado exagerada la película? Está bien. Como quiera. De todos modos, pregunte por ahí. Por el diez. Bochini. Ricardo Enrique Bochini. No salió de una película. Jugó en Independiente. Siempre.