Aunque el nombre de la orden surgió en el siglo XVII, su alcance se remonta a tiempos muy antiguos. Grandes pensadores, como Francis Bacon, René Descartes e Isaac Newton, extrajeron fuerza de estas enseñanzas. Nos muestran que la sabiduría está presente en cada acto y en cada momento. El mundo sigue leyes que se pueden aprender, vivir y honrar. En el centro de todo esto se encuentra la «alquimia interior». Esto significa transformarse como el metal en el fuego. Liberas lo que ya no es útil y una nueva luz comienza a brillar. Así, alcanzas una unidad profunda, donde se establece el cambio y te sientes completo.
La conciencia crece cuando limpiamos viejos bloqueos emocionales, encontramos nuestra luz interior y transformamos las asperezas en oro puro. Empiezas a ver cómo todo está conectado. El dicho «como es arriba, es abajo; como es adentro, es afuera» nos recuerda que cada parte de la vida refleja otra. Tus pensamientos e intenciones tienen poder. Cuando se enfocan, moldean tu mundo y ponen a tu alcance lo que realmente importa. Los cuatro elementos —tierra, agua, aire y fuego— son más que fuerzas externas a ti. Marcan etapas en tu viaje, y cada uno te enseña equilibrio y fuerza interior. El karma actúa silenciosamente, no como un castigo, sino como una energía que te guía hacia la curación y el crecimiento a lo largo del tiempo.
Este camino requiere trabajo constante, reflexión silenciosa y servicio con el corazón abierto. Cada pensamiento, palabra y acción emite ondas que se propagan por los mundos visibles y ocultos. Al recorrer este camino, encuentras calma y propósito. Te conviertes en una luz para los demás, una fuente de amor en un mundo listo para despertar.