Una figura principal de este sistema de creencias era la deidad femenina Mari. Según las leyendas recogidas en la zona de Ataun, la otra figura principal era su consorte Sugaar. Sin embargo, debido a la escasez del material, es difícil decir si ésta habría sido la "pareja central" del panteón vasco. Basándonos en los atributos atribuidos a estas criaturas mitológicas, ésta se consideraría una religión ctónica, ya que todos sus personajes habitan en la tierra o bajo ella, y el cielo se ve sobre todo como un pasillo vacío por el que transitan las divinidades.