¿Quién es Juan Carlos?Bohemio, músico, teatrero y loco, maestro de literatura y furibundo aficionado al Cruz Azul, club de fútbol mexicano— nadie es perfecto—, cruzó el charco mexicano en busca de presentes más dignos, para vivir en un país que no era el suyo, en una cultura que apenas vislumbraba. No le ha sido fácil; entre tantas duras y maduras, ha conocido el infierno de primera mano y de ahí que se lleve con los pingos como si fueran compadres.De ahí su conocimiento de las sombras y sus detalles.Su filosofar se distingue por su capacidad para desarrollar y aclarar la experiencia que le han dado veinte años de bregar por las aulas educativas. Ante el cuerpo moribundo de una educación sin sentido, JCPozo responderá con una vocación de comadrona, ante lo que no se puede decir, porque está en boca de todos, responderá con las voces plurales de sus alumnos.Ellos lo saben: quién no conquista sus infiernos, termina perdiéndose el paraíso.¿El pensar poético puede ser, como lo afirmaban los sabios nahuas, una gruesa tea que da luz y no ahúma?El olvidado asombro da respuesta a ello.Porque el hombre es verdadero si su canto lo es.Este canto es verdadero. Lo es.Hay en él preocupación y cansancio, desaliento y nostalgia, las huellas oscilantes del arduo y fatigoso arte del filosofar y cantar, pero también encontramos alegría, esperanza, la visión del vencedor y el amor de los vencidos, visión y amor que reverdecen al son de los cantos.No es una historia de amor. Pero tal vez sí.Porque es, ante todo, la presencia y prestancia de un hombre enamorado, enamorado de su memorias escolares, enamorado de quien las hecho posible.