Cuando le abrieron la puerta entró sin saludar, subió la escalera, cruzó
la segunda planta, llegó al cuarto del fondo, se desplomó en la cama y
cayó en coma. Así, libre de sí mismo, al borde del desbarrancadero de la
muerte por el que no mucho después se habría de despeñar, pasó los que
creo que fueron sus únicos días e paz desde su lejana infancia. Era la
semana de navidad, la más feliz de los niños de Antioquia. ¡Y qué hace
que éramos niños! Se nos habían ido pasando los días, los años, la vida,
tan atropelladamente como ese río de Medellín que convirtieron en
alcantarilla para que arrastrara, entre remolinos de rabia, en sus aguas
sucias, en vez de las sabaletas resplandecientes de antaño, mierda,
mierda y más mierda hacia el mar.Fragmento de la obra. Pág. 7
Fernando Vallejo nació en Medellín, Colombia. Estudió filosofía y letras en universidades de Bogotá y dirección de cine en el Centro Experimental de Cinematografía de Roma. Vivió gran parte de su vida en México, donde dirigió tres películas y escribió la mayoría de sus libros, algunos de los cuales han sido traducidos a múltiples idiomas. En 2018 regresó a Colombia para establecerse en Medellín, y allí ha escrito las Memorias de un hijueputa. El gran amor de su vida son los animales y su única causa es su defensa.